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miércoles, 2 de febrero de 2011

¿Anarquía y lucha de clases?


Como anarquistas poseemos una serie de ideas y prácticas para hacer frente a los diversos problemas que la vida cotidiana nos plantea. Sin embargo, algunos de esos desafíos son hoy muy difíciles de solucionar, lo que nos obliga a entrar en constante contradicción con ciertas cuestiones momentáneamente irresolutas, como lo son el lidiar con un sistema de educación, salud, transporte y de vida en general, contrario a la libertad y a la solidaridad. Aún así, y a pesar de que hay cosas que temporalmente no po¬demos saldar, para nosotros resulta urgente, ineludible, sostener la intención constante de remediarlas desde una perspectiva que no signifique conculcar nuestras ideas. Es decir, exigiéndonos coherencia entre fines y medios.

Por otra parte, la rica heterogeneidad del medio libertario nos invita a estar en constante discusión con otras perspectivas. Discusión que creamos, alentamos y no eludimos (1). Y como la anarquía no puede ser un sistema cerrado de ideas, esto nos obliga a reconocer nuestros errores cuando existen, exponer nuestras perspectivas y a tener todo el derecho de equivocarnos. Pero hay algo en lo que no transamos aunque se nos tache de soberbios. Esto es, en esta búsqueda de coherencia entre los fines y los medios. Y por ella es que hemos combatido el clasismo en la anarquía.

Se nos ha mirado con desconfianza desde todos lados por no comulgar con el “clasismo” como herramienta emancipatoria. Y muchos ignorantes del real significado de nuestras ideas, han creído ver en nosotros a otro grupo más de “ultraliberales contrarrevolucionarios”. La simplificación les ha sido fácil, si no gritamos “arriba la clase obrera”, es porque somos pequeño burgueses o porque no sabemos un carajo donde estamos parados. Han visto solo lo que han querido ver.

Podremos tal vez estar equivocados, pero si el clasismo no nos parece afín es por una cuestión clara, no encontramos en él conciliación con la finalidad anarquista, esto es, con una sociedad libre, una sociedad sin clases sociales. En otras palabras, no pode¬mos buscar una sociedad así, valiéndonos de perspectivas clasistas, de igual forma en que no queremos luchar por una sociedad libertaria perteneciendo a grupos con características y prácticas autoritarias. Pues aquello sería tan aberrante como imponer la anarquía siendo dictadores. No hay que esperar a un mañana para crear una sociedad sin clases. ¿Por qué sostenernos en lo que buscamos destruir? El clasismo fue una herramienta bastante útil, lo reconocemos. Gracias a él se aglutinaron y plantaron cara al sistema infinidad de valiosas vidas. Se obtuvieron grandes victorias, etcétera. Pero el clasismo es una perspectiva limitada y excluyente de la finalidad universalista de nuestras ideas. Como anarquistas, buscamos la liberación del hombre y la mujer en su plenitud, no solamente la de algunos o sólo en relación con el lugar en el sistema de producción de cada uno.

Y la verdad es que nos importa poco que Bakunin y todos los santos de la anarquía hayan dicho otra cosa. El pasado está para problematizarlo, para no repetir errores, para sacar lecciones, no para sacralizarlo. Por cierto, no está demás señalar que desde inicios del siglo XX hubo anarquistas contrarios al clasismo, opacados abrumadoramente por los otros claro, pero los hubo.

En fin, no nos creemos poseedores de la verdad anarquista. Esta es nuestra sospecha, es la discusión que invitamos a contestar con altura de miras, con sobriedad.

Grupo Anarquista “El Surco”

1. Esto no es una respuesta, pero puede servir para continuar la discusión iniciada con el texto “contra el fetichismo obrero” escrita por un compañero de El Surco y respondida colectivamente por el grupo que hoy se autodenomina “Federación” comunista libertaria.

Publicado en: El Surco nº23, enero-febrero 2011, Santiago, Chile.

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