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viernes, 7 de octubre de 2011

Lo que se va y lo que se queda (Coyunturas y experiencias)

Las constantes y masivas manifestaciones estudiantiles del último tiempo destacan por diversas razones.
Desde nuestro punto de vista, éstas sobresalen puesto que en ellas miles de jóvenes han adquirido experiencias de lucha y creatividad que, esperamos, trascenderán en sus posteriores desarrollos personales y colectivos. Después de todo, las identidades afines a la lucha antisistema se forjan en base a las experiencias personales. En otras palabras, nos hacemos subversivos no necesariamente a partir de nuestro lugar en la estructura económica, sino que en base a la bella e incontrolable realidad de haber conocido a ciertas personas, compartir ciertos hechos, observar ciertos fenómenos, experimentar ciertas afinidades, entre otros. Y si hoy las marchas estudiantiles y las luchas contra el lucro son más numerosas y masivas que en décadas anteriores, debemos estar contentos porque las posibilidades de sociabilizar experiencias de confrontación, con todo lo que ellas involucran (conocer y disfrutar de ciertos amigos e instancias de lucha) ha de aumentar.
Y quién sabe si mañana llegarán a compartir nuestras pequeñas batallas chicos y chicas a quienes este escenario les influenció en algún grado para elegir rutas de sedición. Apelamos a las experiencias porque dado el carácter reformista de las protestas actuales, éstas se diluirán luego de un par de semanas en un preparado de acuerdos y mucha prensa.
Pero las experiencias, como conjunto de sensaciones vividas e interiorizadas, siguen en cada participante, independiente de lo que suceda tras puertas cerradas en tal o cual edificio altisonante. El público que supo acudir a cada convocatoria es ahora un testigo de las posibilidades del colectivo, como también del individuo, su cuerpo expuesto a gases nocivos, pancartas multicolores y el cansancio de las continuas caminatas incorpora a través de la piel el conocimiento de realidades, quizás, ajenas.
Lo notable de esta forma de aprender es que cada individualidad razona las experiencias desde su punto de vista (olfato, tacto, acústica o gusto), adhiriendo a los principios que le sean más afines. Gocemos de un sano optimismo y actuemos -si acaso nos interesa- como más nos parezca. Pero estemos pendientes y no temamos a las críticas. Que no hay peor cosa que sacralizar a nuestras organizaciones y nuestras perspectivas de enfrentamiento.
Desde luego, existen muchos postulados que simplemente no nos parecen adecuados. El Estado-fanatismo es uno de ellas. Pero ni las burocracias estudiantiles, ni la traición de las mismas a las bases, que se desbordan por abajo, ni los más viles mecanismos de represión, impedirán que cientos de miles de muchachos y muchachas hayan ganado experiencias de lucha.
Evidentemente nadie se ha movilizado para ganar experiencias, sino para exigir sentidas demandas que tal vez se logren. Pero, cuando llegue la inevitable hora fatal de todo movimiento ciudadano, esto es, la hora del acuerdo, de la mesa de diálogo y del arreglo, las vivencias serán las únicas que quedarán en pie, nos guste o no. De cada uno dependerá si aquellas acabarán siendo simples anécdotas o herramientas útiles para enfrentar las luchas del mañana y por sobre todo, para los combates de hoy.

Grupo Anarquista El Surco, Santiago, Agosto 2011

Publicado en: El Surco, Nº 28, agosto de 2011, Santiago, Chile

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