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viernes, 19 de noviembre de 2010

Tenemos mucho que aportar a los conflictos concretos contra el poder, donde quiera que se expresen


Entrevista al compañero RAFAEL UZCÁTEGUI.




Hace pocos días vio la luz el libro “Venezuela: La revolución como espectáculo”, editado en conjunto por cinco editoriales de España, Argentina y Venezuela, su autor es Rafael Uzcátegui, un compañero de la región venezolana principalmente conocido entre el medio internacional por su labor en el equipo editor de El Libertario, vocero ácrata con más de 15 años de vida. El 22 de noviembre tendremos el agrado de tener a Rafael en Santiago, en Casa Volnitza, y para preparar un poco nuestro encuentro El Surco quiso conocer un poco más las dimensiones del libro y su perspectiva sobre las posibilidades anarquistas en nuestros días.

Para la opinión pública internacional desde que el actual presidente Hugo Chávez tomó el poder en Venezuela, el país inició un camino de transformación social denominado “revolución bolivariana”. En estos once años de Gobierno ¿Cuáles han sido, de acuerdo a tu perspectiva, los principales alcances y limitaciones de tal proceso? ¿Podemos hablar efectivamente de una revolución, es decir de una transformación estructural del sistema en su conjunto?
Una de las hipótesis centrales de “Venezuela: La revolución…” es que el proceso político liderizado por el presidente Chávez es más una continuidad que una ruptura de la cultura y la tradición política venezolana. Para intentar explicar esto, en medio de tanta propaganda, mitificaciones y medias verdades, tanto de quienes lo apoyan como de quienes lo adversan, desarrollamos tres bloques temáticos. El primero, y sin el cual es imposible entender a este país, por el proyecto modernizador que orbita en torno al desarrollo de una economía extractivista basada en la venta de petróleo, y otros minerales, al mercado internacional. El petróleo ha generado unas maneras de pensar la sociedad, y el propio cambio, que han modelado la racionalidad inherente tanto al chavismo como a sus pretendidos contrarios. El segundo aspecto es la vida cotidiana dentro de la llamada revolución bolivariana, en un país que a pesar de ser autocalificado como vanguardia del “socialismo del siglo XXI” exhibe las cifras de violencia y anomia más grotescas de toda la región. En esta parte, basados en cifras oficiales, afirmamos que el bolivarianismo sólo puede mostrar datos positivos si se compara con la década anterior –un período atravesado por una fuerte crisis económica y convulsiones sociales-, pero que si se confronta con todo el período denominado democrático, a partir del año 1958, se evidencian con claridad un hilo conductor basado en el populismo rentista petrolero y la política caudillista. Por último describimos la situación de los movimientos sociales, desarrollando con ejemplos concretos como la cooptación e institucionalización del tejido beligerante de la década de los noventas, que precisamente llevó a Chávez al poder a través de los votos, recuperó un grado de gobernabilidad tal posterior al “Caracazo” que pudieron implementarse medidas, como la reversión de la nacionalización petrolera, que eran impensables quince años atrás. Un aspecto positivo, que sin embargo también encontramos en el pasado venezolano, es la reivindicación simbólica de lo popular. Sin embargo esto es, a todas luces, insuficiente para categorizar lo que pasa como una revolución. Lo que ha sucedido, e intentamos demostrar en 300 páginas, ha sido la profundización del rol asignado a Venezuela por la globalización y la acoplación de nuestro país a sus principales tendencias, maquillado con un discurso políticamente correcto.

Sin duda “La revolución como Espectáculo” es un enunciado provocativo. ¿Qué elementos del Espectáculo definido por Guy Debord te han llevado a homologarlo al “proceso bolivariano”?
Al contrario de lo que pasa en muchos ensayos similares, la dicotomía entre el discurso y los hechos, así como las continuas épicas gaseosas y pirotécnicas publicitadas desde Caracas hicieron que, ante la necesidad de contar con un concepto que explicara dicha proeza demagógica, utilizáramos el concepto situacionista, redescubierto en estos tiempos dominados por los flujos de información. La idea más poderosa, que por sí misma puede describir a Venezuela, es que nos encontramos en un momento en que la producción de imágenes ha sustituido la producción de cosas que eleven la calidad de vida de la gente.

Es ampliamente sabido que para muchos de los apologistas del “socialismo del siglo XXI” en todo opositor al régimen chavista hay un vendido al imperialismo Norteamericano. ¿Cómo se han enfrentado a este tipo de acusaciones?
Dicho descalificativo stalinista nos ha hecho, al equipo redactor de El Libertario, tener que argumentar impecablemente nuestras afirmaciones, ejemplificando más con hechos concretos que con recursos exclusivamente ideológicos. En el caso del libro se ha privilegiado la voz de decenas de activistas populares que participaron, activa y decididamente, en el movimiento chavista en sus primeros años, pero que en los actuales momentos y por diferentes circunstancias expresan su descontento y antagonismo al mismo. La estupidez es incorregible y estadísticamente necesaria, por ello los interlocutores e interlocutoras que nos interesan son aquellos alérgicos al chavismo en tanto religión y que desean tener una visión compleja, y por tanto más real, de lo que pasa en Venezuela.

¿Cómo ves el anarquismo en Venezuela? ¿Qué alteraciones ha creado la promesa revolucionaria de Chavez al interior del movimiento libertario?
El anarquismo en Venezuela le ha ocurrido lo mismo que al resto de movimientos sociales del país: ha sido fuertemente cooptado y estatizado por la nueva burocracia en el poder. Para nosotros/as, en El Libertario, ha sido de mucha ayuda comprender lo que pasó con el anarquismo y los anarquistas en la Cuba castrista y en la Argentina peronista. Ello nos ha ayudado a delinear una posición que se distancia tanto del chavismo en el poder como de sus pretendidos contrarios en la oposición, y apostar por la recuperación de la autonomía de los movimientos sociales locales como precondición para la expansión de los valores libertarios. Hoy, en tanto como movimiento con lazos orgánicos y acciones coordinadas por afinidad, no existe un movimiento anarquista en el país. Lo que sí hay es un puñado de compañeros y compañeras, dispersos por todo el país, intentando sobrevivir en esta difícil coyuntura, empezando su acción y reflexión desde casi cero.

A nivel latinoamericano ¿Te parece que crece y madura ese “Despertar anarquista” que hace algunos años describía el compañero Daniel Barret?
Creo que el diagnóstico realizado por el compañero uruguayo, infelizmente desaparecido hoy, es básicamente cierto. En medio de la crisis de las ideologías, y particularmente de las de izquierda –a pesar de los gobiernos autodenominados progresistas, que son precisamente expresión de esa implosión- los valores antiautoritarios del anarquismo son herramientas práctica poderosas para el porvenir. Sin embargo, la crisis de la izquierda no nos ha pasado por encima, y como muestra se encuentra ese oxymorón promovido por algunos y algunas de “poder popular libertario”, lo cual demuestra que 1) no hemos aprendido nada de la historia y 2) la crisis es de tal magnitud que estamos importando los conceptos y prácticas más rancias de la izquierda autoritaria. Por un lado tenemos la mitificación del pasado, en algunos círculos anarquistas autocomplacientes, y por otra una terrible flojera de pensar que hace que luzcamos como orgullosamente nuestras algunas consignas que nos son totalmente ajenas. Y en este punto es cuando más extrañamos a Daniel Barret, una de las cabezas más lúcidas del anarquismo latinoamericano contemporáneo, que nos abandonó cuando producía reflexiones que aterrizaban lo mejor de la tradición anarquista con las realidades del presente siglo.

Algunas palabras finales…
No soy de quienes jerarquizan que es más o menos importante en nuestra lucha por una vida que merezca ser vivida. Por ello hay que valorar la diversidad que parece expresarse en la expansión de todas y cada una de las prácticas anarquistas en la región. Por una misteriosa vocación rescato el espíritu autodidacta expresado en los quijotes editores de prensa ácrata en un continente tan áspero como el nuestro. En sintonía, nos agrada la vitalidad expresada en El Surco y creemos que es ejemplo de la potencia presente en la región chilena. Tenemos que seguir tejiendo amorosamente los lazos y afinidades por encima de las fronteras, generando conocimiento, complejizando lo simple y simplificando lo complejo, actuando y generando experiencias concretas con gente corriente. Este es uno de los retos que tenemos que abordar quienes, en América Latina, nos formamos en el anarquismo en su aspecto más contracultural: salir de nuestros guettos y construir libertad y justicia social con quienes no piensan, actúan –o incluso se visten- diferente de nosotros y nosotras. Tenemos mucho que aportar a los conflictos concretos contra el poder, donde quiera que se expresen, lo cual podemos hacer sin disimular nuestra propia identidad –como lo hacen los plataformistas- y dándole más valor a las actitudes concretas y los valores que a las etiquetas. Un abrazo a todos y todas.

Puedes descargar el libro en:
www.larevolucioncomoespectaculo.com

Publicado en: El Surco Nº 21, Santiago de Chile, noviembre de 2010.

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