El aspecto formal y contextual de los hechos
ocurridos desde principios de abril respecto al tema de YPF se definió con la
decisión política de re-estatización de la empresa de capitales mixtos. El
proyecto gubernamental enviado al Congreso define de “interés público nacional y como objetivo prioritario de la República Argentina
el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos”. Básicamente la decisión
tomada gira en torno a la estatización del 51% de las acciones que la empresa
española Repsol tiene en YPF. La intervención se efectiviza con un decreto de
urgencia que designa al ministro de planificación, julio De Vido, como
interventor de la empresa por un plazo de 30 días. A partir de esta medida, el
mapa queda configurado de la siguiente manera: el 51% de las acciones pasan al
Estado, del cual el 25% se redistribuye en las provincias productoras de crudo
y gas, el 26% seguirá siendo propiedad del Estado nacional y el 6,5% quedarán
en manos de la empresa española. Donde no habrá variaciones es en las acciones
que giran en la bolsa bursátil y en las pertenecientes al grupo Petersen de Enrique
Eskenazi, hasta no hace mucho tiempo socio estratégico del gobierno
kirchnerista.
Yacimientos Petrolíferos
Fiscales (YPF) fue crea da en junio de 1922. Desde sus inicios fue el emblema y
la bandera con que los diferentes gobiernos defendían y definían sus políticas
económicas ya que era una empresa vertebral del andamiaje desarrollista. En la
década de los 90 la ola privatizadora llevada adelante por Carlos Menem con el
apoyo de los diferentes políticos provinciales directamente vinculados a la
extracción de crudo, entre ellos, vaya paradoja, los Kirchner, lleva a que
ingresen a YPF capitales privados, otorgándole a la empresa un carácter mixto
en su conformación, tirando por la borda el paladín nacionalista por
excelencia. La entrada de Repsol, empresa española dedicada a la extracción de
crudo, en un país como España sin incidencia real en el área, se da con el
beneplácito del arco político argentino que por convicción u omisión fueron
partícipes de las privatizaciones de los 90.
Repsol compró YPF por 13158
millones de dólares en 1999. Hasta 2011, la empresa obtuvo ganancias netas por
un total de 16 mil millones de dólares de los cuáles 13 mil millones fueron
girados como dividendos. Esto quiere decir que del total de las ganancias, la
empresa española giró al exterior más del 85% de la recaudación neta con todo
lo que ello implica en lo que las empresas entienden como reinversión. Como
consecuencia de esta situación, la economía argentina viene experimentando en
los últimos años una caída sistemática en sus reservas energéticas, lo que
obligó a importar para paliar la crisis: el estado argentino importó en 2010
4300 millones de dólares en concepto de hidrocarburos y energía, llevando esa
cifra a 9300 millones en 2011, y se estima que para 2012 el gasto energético
será de alrededor de 12 mil millones.
Este panorama negativo, desde una óptica meramente económica, jugó un
papel importante en la decisión tomada. Otro aspecto importante a tener en
cuenta es el descubrimiento estratégico
que YPF logró confirmar en la región de Vaca Muerta: la tercera reserva mundial
de shane gas que le permite al estado nacional situarse en una posición
expectante en el mapa energético regional. Aunque la realidad muestra que la
tecnología con la que cuenta la empresa no le permite en el corto plazo sacar
réditos económicos.
De mediaciones y discursos
políticos
Hasta acá un breve recorrido por
los aspectos formales y contextuales del “tema nacional” por excelencia que mantiene en
vilo a la clase política y los medios de información de alcance masivo por
estos días. Pero para lograr entenderlos un poco más en profundidad es
necesario no sólo apelar a los hechos concretos, sino también merece la pena
indagar el aspecto simbólico, operatoria discursiva que le da la legitimidad
mediática tan indispensable para imponer temas como determinantes en el
cotidiano. Desde esta perspectiva lo discursivo adquiere una relevancia
importante ya que permite disfrazar, maquillar u ocultar las verdaderas
intenciones políticas. En las últimas semanas
las palabras y conceptos más utilizados para defender lo decidido con
YPF eran “estatización”, “recuperación”, “expropiación”, “nacional” “ser
nacional”, “pertenencia”, “popular”, etc. Todas ellas entrelazadas entre sí
fueron perfilando a lo largo de los días el argumento válido para defender el
“tema YPF”. De todas ellas, la que más ruido hizo fue la de “expropiación”
porque la verdad que su utilización distaba mucho con lo que en realidad estaba
pasando y, sin quererlo, fue la misma presidente que con sus declaraciones tiró
por la borda su idea al sostener que: “el
modelo no es de estatización, que quede claro, sino de recuperación de la
soberanía y control de un instrumento fundamental. No será manejada por un
grupo empresario nacional ni internacional, sino por el Estado nacional.”
De lo que hay que hablar en realidad es que se trata de una quita parcial de las acciones de una
multinacional petrolera. Quita de concesiones en el caso argentino llevada
adelante por las provincias ya que son ellas quienes gestionan los recursos
petroleros en este caso puntual. ¿Por qué es quita y no expropiación?
Básicamente porque los pozos “recuperados” se van a ofertar (como se viene
haciendo en realidad) en nuevas licitaciones por otras empresas trasnacionales
asociadas a los gobiernos provinciales ya que éstos no cuentan con la
infraestructura adecuada. Un ejemplo claro y contundente es la “empresa
fantasma” creada por Néstor Kirchner llamada Enarsa, enclave donde La Cámpora define políticas
en hidrocarburos y energía para consumo.
La medida adoptada, desde una
óptica argumental de “recuperación” o “soberanía”, como le gusta hablar a la presidente
de “todas y todos los argentinos” muestra una contradicción entre lo que se
dice y realmente se hace si tenemos en cuenta la situación de “argentinización”
que se experimentó en YPF con el control de la misma en manos del grupo
Petersen, del ¿ex socio? Ezkenazi. Lo que molesta ahora al gobierno
kirchnerista del accionar de Repsol en lo referido al modo de obtención de
ganancias, inversión y fuga de dividendos es la misma metodología que el
empresario argentino, junto al ejecutivo nacional venían experimentando desde
2007: máxima extracción posible, mínima
inversión y fuga casi total de los dividendos del negocio.
El nacionalismo exacerbado que
destilan las últimas apariciones públicas de la presidenta y su séquito de
alcahuetes rentados, en realidad esconde la verdadera discusión que se trata de
evadir: quien maneja la enorme renta
petrolera, cómo se cubre el déficit originado por las importaciones energéticas
y quien define las políticas de hidrocarburos en la región argentina a partir
de los descubrimientos de reservas de crudo y gas en la zona de Vaca Muerta,
Neuquén, ya que éste parece ser el nuevo “paraíso negro” de la economía.
Porque esta tan mentada recuperación de las acciones de Repsol busca delimitar
no sólo a la empresa española, sino también marcarle el terreno a las demás
petroleras que operan en el país (Pan American Energy, Petrobrás, Oxy, Oil, etc.)
. En esta línea el discurso político de la presidenta es efectivo ya que ha
logrado desviar el foco de atención apelando al berretismo del “ser nacional”,
de lo “popular”, de lo “nuestro”. Toda
la parafernalia mediática del tema Malvinas perdió peso por la pobreza
argumental desde donde se la presentaba como trofeo de guerra en la arena
política. YPF es, y seguirá siendo por un tiempo, la excusa perfecta desde donde seguir con ese
tipo de argumentación nacionalista que le permite a la clase política seguir
desviando el eje de discusión real apelando a estereotipos demodé, pero
efectivos, que hablan de nacionalidad, pertenencia, argentinidad, soberanía y
antiimperialismo.
España, la oposición y los
medios: nada nuevo bajo el sol
Esta ambivalencia patente en
el discurso oficial entre lo que se dice y realmente se hace, no es simplemente
una operación evidenciada en las argumentaciones del gobierno kirchenerista.
También es palpable en los posicionamientos de los otros actores que de una
manera u otra participan del juego mediático propuesto por el gobierno
nacional. El affaire YPF-Repsol ha ocasionado una respuesta casi inmediata y
directa por parte del gobierno derechista del Partido Popular (PP), encontrando
una oportunidad única para desviar el foco de la opinión pública respecto a los
verdaderos problemas que aquejan al pueblo español: desempleo, recesión, crisis
económica y social. También le permite al presidente del gobierno, Mariano
Rajoy, dejar fuera del “debate ciudadano” cuestiones vitales en derechos
humanos ya que a fines de marzo el mandatario español dejó en claro ante el
resto del arco político la intención manifiesta de vigilar y maniatar, al mejor
estilo “cepo virtual”, a toda iniciativa de protesta política impulsada por las
redes sociales, tipificándolas penalmente. También es manifiesta la intención
de incluir dentro de esta medida represiva sin antecedentes inmediatos la idea
difusa de “grupos radicales antisistema”, idea con la que los medios de
información españoles vienen machacando desde la última Huelga General de
marzo.
Resumiendo en pocas palabras
la posición oficial del gobierno español, podemos confirmar que el argumento
político sostenido como bandera patriótica es la idea de entender que cualquier agresión a Repsol-YPF es un
ataque directo a España, o sea, a los españoles. Es el mismo argumento del peronismo kirchenirista, pero desde el otro
polo de mediación en el conflicto. Con solo hacer mella en las
declaraciones públicas se puede ratificar esta idea: “El gobierno de España defiende los intereses de todas las empresas
españolas, dentro y fuera. Si en alguna parte del mundo hay gestos de
hostilidad hacia esos intereses, el gobierno los interpreta como gestos de
hostilidad hacia España” (José Manuel Soria, Ministro de Industria, Energía
y Turismo), “Una decisión de este tipo
sería muy negativa para los intereses españoles y la obligación del gobierno es
defender con todos los instrumentos a su alcance los intereses españoles”
(Soraya Sáenz de Santamaría, Vicepresidenta y portavoz del gobierno), “Sabe que puede contar con nosotros (el
gobierno español) y confiamos en que finalmente esto se pueda arreglar y dar
marcha atrás a una decisión muy perjudicial” (Soraya Rodríguez, portavoz
del PSOE en diputados), “El gobierno de
Buenos Aires está dispuesto a pasar por encima de contratos, concesiones y
cualquier idea de seguridad jurídica que pueda atraer en el futuro a la
inversión extranjera” (“Por el mal camino”, editorial del diario El País).
Como se evidencia en estas citas, hay una posición tomada no sólo por el
partido gobernante, sino que sus argumentos nacionalistas también son
compartidos, aunque con matices, por el socialismo parlamentario español, y por
cierta prensa progresista. Al igual que en Argentina, se apela a un sentimiento
de pertenencia nacional para desviar del foco de atención los verdaderos problemas sociales. Que el problema no es entre pueblos, sino
que es un pleito que ambos gobiernos mantienen con una empresa multinacional
con intereses en ambas regiones y en otras partes del globo, donde sus
burguesías pretenden seguir manteniendo sus posiciones preponderantes en
materia de políticas económicas y sociales.
Los otros actores de esta
novela nacional y popular también son acordes con esta sintonía argumental.
Salvo contadas excepciones (entre ellos la Coalición Cívica
y el PRO) los partidos de la oposición en Argentina acompañan la decisión
gubernamental de la “recuperación de la soberanía petrolera”. El socialismo, el
radicalismo y Proyecto Sur, con diferentes argumentos, sostienen que la
decisión tomada es acertada y totalmente necesaria. Sirve de ejemplo la
discusión hacia dentro del radicalismo sobre el tema, y donde tras acalorados
debates, se lograron imponer los sectores encabezados por históricos dirigentes
en sintonía directa con la tradición del partido de que sea el Estado quien
tenga el control de YPF, sobretodo teniendo en cuenta que fue durante la
presidencia de Yrigoyen donde se fundó la empresa en cuestión.
En esta línea a favor de las
medidas del gobierno hay que ubicar a sectores que no hace mucho tiempo eran
enemigos confesos. Atrás parecen haber quedado las disputas por la retenciones
móviles donde todo los dueños de campos se encolumnaban en un solo cuerpo en su
disputa con el gobierno para ver quien se hacía cargo de los aranceles a las
exportaciones. Aunque a algún desprevenido le cause asombro hasta el mismo
Biolcati, lo más rancio de la derecha latifundista argentina, está a favor de
las medidas del kircherismo. Para el presidente de la Sociedad Rural Argentina “Que YPF sea estatal no está mal para nada”.
¿Atrás quedaron las disputas insalvables entre el gobierno y el campo? No,
para nada, la respuesta hay que buscarla en otra cita de Biolcati, “hoy nosotros no conseguimos gas oil para
avanzar con la cosecha”. Y como el principal comprador de granos hoy es
China y no la Comunidad Europea
la nacionalización de YPF no es contraproducente para los sectores del campo,
¡y que mejor que acompañar un gesta patriótica y nacional! Hipócritas.
Por último destacar que esta tan mentada
“recuperación” de YPF le dio nuevos aires a la pelea interminable que mantienen
Clarín, La Nación
y Perfil en el contexto de la Ley
de Medios. Cuando parecía agotarse la operación de desgaste contra Boudou, el
culebrón de la expropiación les dio nuevos argumentos para continuar su lucha
sin cuartel contra el gobierno nacional, encolumnándose acríticamente con los
intereses de Repsol y el gobierno español. En ese contexto es que se entienden
las “notas de color” sobre la expulsión de argentinos de los bares españoles o
sobre la cancelación de viajes de negocios.
Hasta acá un breve recorrido
por los contrastes discursivos que a partir de una acción concreta nos muestra
el capitalismo. Y por más que se nos presenten como modelos antagónicos, todos
ellos mantienen la misma raíz estructural que le da sustento ideológico al
capitalismo como sistema relacional: la opresión en el plano social, la
explotación en el plano económico, la legitimación en el plano simbólico.
Autor: Gastón
Publicado en: Libertad!, Buenos Aires, mayo de 2012.
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